¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Probablemente te lo hayas preguntado muchas veces desde aquel maravilloso 27 de mayo en el que tocamos la gloria con las manos. Apenas 24 horas antes de recoger el fruto de aquel éxito y tras jornadas maratonianas fuera y dentro del césped para que todo esté a punto para que A Malata vuelva a acoger un partido de fútbol profesional, nosotros también nos lo preguntamos. ¿Qué nos hizo diferentes a esos otros muchos equipos que la temporada pasada se quedaron a las puertas de LaLiga Hypermotion? ¿Por qué nosotros -y no otros- estamos hoy aquí?

Hace casi un año, Fernando Pumar comenzó a darle forma a sus pensamientos acumulando reflexiones sobre un papel. La pasada no fue una temporada fácil para él y quizás por eso su relato tiene un enfoque especial. De esa especie de cuaderno de bitácora de la temporada 2022/23 nos ha permitido rescatar un texto que arroja luz sobre mucho de lo vivido el pasado ejercicio. No se nos ocurre mejor preludio para nuestro estreno en casa, ante nuestra gente, que sacarlo hoy a la luz. Porque refleja lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser. Porque nos recuerda de dónde venimos y, sobre todo, el camino que queremos y debemos seguir:

“Existe un problema en la sociedad actual que quizá en el mundo del fútbol se difumina porque dicho problema es considerado una parte inseparable de la propia profesión. La fama. Las personas han dejado de hacer las cosas porque les guste, porque se diviertan, porque sea necesario, porque lo necesite un ser querido …

Ahora, prácticamente la totalidad de las cosas se hacen para el público o mejor dicho, para que el público vea que las hacemos. Subimos una foto en tal sitio porque es donde más like me van a dar; como en tal restaurante porque es más conocido y la gente pensará que soy más guay; hago tal declaración pública porque si digo eso voy a recibir mucho feedback positivo… y así constantemente. Pero en realidad; no me pillaba de camino y me hice dos horas de coche solo para una foto en un sitio donde ni siquiera vi el paisaje al fondo, comí en un restaurante asiático carísimo y lo que me apetecía más que nada era una hamburguesa, dije que no me importaba lo que había leído sobre la actuación del equipo cuando lo que pienso es que voy a poner el artículo en la pared del vestuario para motivar a los chavales. Así con todo, con casi todo.

Dentro de este comportamiento que mantiene la mayoría de la población buscando los focos, la gratificación pública, el estar en boca de todos, el quedar bien con todo el mundo, la fama… Entre todo este ruido, hay un equipo que lo único que busca es conseguir su objetivo. No hay distracciones aparentes y si las hay ellos mismos se encargan de apartarlas, no hay un querer ser el más guapo, no hay un mostrarse como quiere la gente y no hay un YO por encima del NOSOTROS.

Hay equipos que en las dudas de la competición, en la desesperación de los minutos de sufrimiento, en los vaivenes de la temporada guardan las velas del barco, el timón gira a su libre albedrío y se dejan llevar por la situación y hacen lo que se presupone que deben hacer, y dicen lo que se presupone que deben decir, perdiendo el rumbo y siendo así superados por los rivales y por la situación.

No este Racing de Ferrol. Aquí existe un plan, tenemos una estrategia y todos remamos en la misma dirección para que el barco se dirija al puerto que todos queremos. Este es uno de esos intangibles que se mencionan en ocasiones en el deporte colectivo cuando se habla de equipos ganadores ya que suele ser una característica común básica en todos ellos.

El problema de este, igual que de otros intangibles, es que no se entrena, o mejor dicho, no se puede producir o generar de la nada o cuando uno quiere. Esto surge con pequeños e insignificantes detalles del día a día que sumados a otros gestos más relevantes van formando una mentalidad en el grupo que les aporta serenidad, fortaleza, motivación, esperanza … Así se ha producido en el vestuario, en el Club y en la ciudad un orgullo de pertenencia hacia Ferrol. La gente está orgullosa de su equipo, los niños llevan la camiseta de Heber, Carlos Vicente y Joselu y todo el mundo está identificado con los valores que este equipo, grupo de personas o entidad representa y muestra en cada cosa que hace, no solo los domingos de partido“.